¿Existe una tutela efectiva de los derechos humanos de los adultos mayores en San Luis Potosí?

Publicado el 31 de enero de 2019

Maximino Abraham Lara Moreno
Estudiante de la maestría en Derecho e Investigación, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí,
email maximino.lara@imss.gob.mx

Esta reflexión se encuentra encaminada a realizar un análisis de los derechos humanos de los adultos en su tercera edad, los cuales no se tutelan de manera eficaz por el Estado. Estos, si bien existen y se contemplan en diversos ordenamientos, no son eficaces y su aplicación es limitada, por lo cual, en su gran mayoría, se quedan en buenas intenciones, siendo necesario que se establezcan mecanismos y programas que hagan prácticos y asequibles los citados derechos para el referido sector de la población, el cual debe de considerarse un sector vulnerable.

En nuestro país existe un porcentaje de adultos mayores considerable y no sólo eso, estamos en una etapa en la que dentro de un futuro no muy lejano la población adulta crecerá de manera considerable lo cual generará una serie de necesidades y solicitud de servicios especiales, así como de una sociedad y gobierno incluyentes, que estén comprometidos con dicho sector poblacional a efecto de que sean tratados con respecto y dignidad.

Para tener un panorama óptimo de la realidad de nuestro adultos de la tercera edad en relación con los derechos humanos, es importante conocer la realidad que viven estas personas en nuestro país la gran mayoría de ellos no cuenta con pensiones dignas, programas de ayuda e instituciones tanto medicas como de apoyo para que solvente sus necesidades más básicas, dependiendo en su gran mayoría de apoyo por parte de sus familiares cercanos convirtiendo esto en una carga familiar y que impide el desarrollo del propio núcleo familiar.

Entonces es importante identificar los factores que nos ubican en el supuesto de la falta de una tutela efectiva de los derechos humanos en los adultos de la tercera edad, siendo principalmente la falta de programas efectivos para salvaguardar los derechos humanos de estas personas así como crear una conciencia colectiva y compromiso por parte de toda la sociedad para mirar hacia un futuro propio y ver que estas personas merecen ser tratadas como un activo importante para crecer como sociedad con los conocimientos y experiencias que han acumulado a lo largo de sus vidas.

Esto sería mediante una investigación de campo, así como un estudio de las leyes que regulan los citados derechos humanos, para ver su viabilidad en la práctica y determinar qué mecanismos son aplicables para implementarlos en las instituciones correspondientes.

La presente reflexión analiza a fondo los mecanismos y la percepción que tenemos de los derechos humanos, así como la aplicación a los adulto de la tercera edad, ya que si bien los derechos humanos en la últimas décadas han tenido una evolución importante, lo cierto es que se han enfocado a ciertos sectores desprotegido, dándole mayor importancia y relevancia a los grupos minoritarios más expuestos como son los grupo indígenas, los grupos de diversidad sexual, los grupos de migrantes; y una larga lista de etcéteras que nos demuestra que nuestra sociedad se encuentra en una evolución de salvaguardar los derechos humanos consagrados en los diversos tratado.

Esta situación no ha sido ajena en nuestro país, ya que se ha comprometido con todos y cada uno de los sectores desprotegidos, tanto en la firma de acuerdos como en la implementación de programas de apoyo a los grupos vulnerables ya mencionados, sin embargo, es importante resaltar que en referencia a los derechos humanos de los adultos de la tercera edad estamos contemplando un campo lleno de oportunidades y de mejoras ya que es poco lo que se ha escrito sobre el tema ya que, de acuerdo a mi propio criterio, nuestra sociedad no tiene el hábito de reconocer el conocimiento ni la trayectoria de sus adultos mayores, no obstante que en nuestra culturas prehispánicas se contaba con consejo de ancianos y estos fungían con una parte importante en los gobiernos de las antiguas civilizaciones que habitaron el territorio nacional.

La verdad es que en la actualidad los ancianos son relegados e incluso no se les reconoce ni se fomenta la trasmisión de conocimientos de estos a nuevas generaciones, creemos que el conocimiento es un bien que no es trasmisible y tratamos de generarlo de manera autodidacta sin considerar que la experiencia es una fuente sobresaliente del mismo, ya que la experiencia de las persona se transmuta en conocimiento y éste, al ser trasmitido a las nuevas generaciones, refuerza las forma de aprendizaje y se convierte en un conocimiento enriquecido, así entonces, nuestra sociedad ha desperdiciado esta fuente de conocimiento y ha relegado a los adultos de la tercera edad a ser un grupo de gente que al no ser de utilidad a la sociedad, se les excluye y no se les da oportunidad de crear y de trasmitir su conocimiento, aun más, no se les trata con dignidad, ya que al no aportar a la sociedad, ésta los excluye y no existen instituciones que los promuevan o reconozcan su valía como personas, así mismo, sus derechos humanos son violentados en instituciones de seguridad social, ya que se les denigra y maltrata. Más allá de esta situación, debemos de contemplar que los mismo apoyos que pretende crear el gobierno federal son insultantes y denigrantes para los adultos de la tercera edad, ya que es increíble que les ofrecen una ayuda económica de poco más de 18 pesos al día, mientras los programas de becas para los estudiantes son infinitamente más altas.

El pretender que una persona de la tercera edad puede vivir con poco más de 18 pesos diarios, es una muestra de la falta de respeto y el agravio a la dignidad de las personas de la tercera edad, esto es por parte del gobierno federal, y violenta el derecho humano de la dignidad. Por lo cual este estudio está enfocado a determinar las causas y los factores que influyen en nuestra sociedad y por qué se han olvidado nuestros adultos de la tercera edad y nos invita a analizar y estudiar las formas en que se puede revertir este proceso para que establezcamos políticas y programas de apoyo, un instituto de análisis de los problemas sociales que se enfoque a recuperar y darle su lugar a los adultos de la tercera edad a efecto de aprovechar su conocimiento y experiencia.

Es difícil encontrar una teoría que permita comprender la vejez y el envejecimiento, debido a que se han desarrollado diversas teorías para la interpretación de este proceso vital dando respuesta a problemas específicos, los que son insuficientes para resolver en forma satisfactoria preguntas sobre la vida personal y social de las personas mayores. Pero, sin duda, la persona anciana o adulto mayor no se define sólo por su edad, sino también por la conceptualización cultural de lo que significa ser un adulto mayor.

El envejecimiento es un proceso natural, pero son las características en que se vive en la sociedad las que condicionan tanto la cantidad como la calidad de vida. En otras palabras, envejecer no sólo es un proceso biológico, sino también un proceso social.

Es necesario distinguir los enfoques que guían las interpretaciones de los temas que abordan las leyes, las políticas y los programas dirigidos a las personas mayores. Los problemas tratados por ese tipo de instrumentos son construcciones sociales que reflejan concepciones específicas de la realidad y que, en el caso de las personas mayores, se relacionan directamente con la concepción de la vejez, a partir de la cual se delinean propuestas para lograr ciertos objetivos.

En relación con el envejecimiento y género, no sólo se debe reconocer como una variable, sino también como el analizar las profundas relaciones de género, como elemento básico de la organización social. Tiene, por ello, el significado de envejecimiento diferencias entre las mujeres y los hombres, debido a su historia personal, social, económica y política. De esta forma, el nivel de bienestar de las mujeres y los hombres en la vejez es resultado de la trayectoria de vida que siguieron, así como del contexto social, económico e institucional que los rodeó.

Así, los hombres y las mujeres en la vejez se encuentran en diferentes estados de vulnerabilidad, de acuerdo con el rol social y cultural y el nivel de protección institucional que la sociedad les otorga.

Históricamente, la falta de reconocimiento de las relaciones de género, como característica fundamental de la jerarquía social, ha actuado como una eficiente barrera para abordar adecuadamente los problemas de equidad que enfrentan los hombres y las mujeres, principalmente en la vejez. La investigación actual, al separar analíticamente el sexo del género, permite constatar que el sexo per se no es causa de desigualdad social, sino que la oposición de género es la que lleva implícita la desigualdad. Asimismo, facilita el análisis de las relaciones de poder que sustenta esta desigualdad.

Ahora bien, aunque estos dos modos de existencia, lo masculino y lo femenino, se dan en todos los sujetos, lo cierto es que la distribución de los roles favorece que las mujeres se encuentren en posiciones más bajas y con menor poder social.

Así pues, se espera que las mujeres, sobre todo las mayores de 50 años, que han recibido esos valores a lo largo de su educación, se ocupen del cuidado y la educación de los hijos, la organización doméstica, el cuidado de enfermos, abuelos y nietos, ayuda a los hijos como abuelas, es decir, tareas con una reducida proyección social y personal.

La división de funciones por género constituye una problemática en la vejez. Las mujeres se encuentran vulnerables por su relativamente bajo nivel educativo; poca participación en actividades económicas a lo largo de su vida; falta de la pareja durante la vejez, y la pérdida económica y de protección institucional que a ella le puede representar.

Muchas veces se ven condicionadas económicamente a alguna pensión económica o a la dependencia de familiares, que en la actualidad se ha modificado debido a los modelos de familia actuales, pasando de una familia extensa, que tenía apoyos fácilmente, a la familia nuclear.

Para los hombres, la trayectoria de vida en general se resume como de alta participación en actividades económicas; relativamente poca interacción con una red social y familiar, y poca familiaridad con el sistema de salud.

Estas dos trayectorias implican una problemática diferente para ambos sexos en la vejez, por lo que las acciones públicas deben dirigirse a hombres y mujeres con énfasis diferentes.

La estratificación de los grupos sociales por ingreso, educación, ocupación, género y otros factores, lleva a la creación de desigualdad social en condiciones de vida y de trabajo.

Adicionalmente, necesitamos distinguir las desigualdades presentes, que son al mismo tiempo innecesarias, evitables e injustas.

Por ejemplo, el estilo de vida que los individuos adoptan a una edad temprana puede obedecer a distintas situaciones: una elección individual; una falta de información o de recursos; variaciones naturales o biológicas que no son causadas por acciones discriminatorias o injustas. Es decir, se trata de identificar, por una parte, cuáles son las desigualdades “evitables, innecesarias e injustas” en el acceso y la utilización de bienes y servicios esenciales para garantizar los derechos humanos básicos de los adultos mayores y, por otra, cuáles de estas desigualdades son producto de una discriminación implícita o explícita, atribuibles a la edad.

En América Latina alrededor de un 50% de las personas mayores no recibía ingresos ni del sistema de seguridad social ni del trabajo.

Lo cual supone que un peso muy significativo de su soporte económico recae en las familias y en las redes sociales. Si éstas fallan o son insuficientes, una proporción importante de las personas mayores se encontrará en situación de pobreza.

En la medida en que las personas mayores tengan activas sus redes familiares, se reduce el riesgo de una disminución simultánea de todas las fuentes de recursos económicos y no económicos y, consecuentemente, se permite que el riesgo derivado de las fluctuaciones en su disponibilidad se disipe entre varios agentes.

No obstante, deben tenerse presentes los cambios en las dinámicas familiares, donde disminuirá el número de familiares con los que la persona mayor puede contar.

La pobreza y el género, conjuntamente con la edad, tienden a crear una situación de negligencia y abandono social para las personas mayores, principalmente las mujeres.

Esta situación se hace visible por el estereotipo que presenta la vejez como regreso a la dependencia y a la marginación.

Esta inequidad en el envejecimiento se ve interrelacionado fuertemente con el género y la pobreza dentro de un proceso complejo, que debe ser entendido como el resultado de una secuencia de acciones y experiencias sociales, diferenciadas por sexo, que se inicia en edades tempranas y que culminan en la vejez.

La discriminación que afecta a las mujeres se expresa principalmente en nuestras sociedades a través de: la división por género del trabajo y la consecuente asignación casi exclusiva de la responsabilidad de la crianza de los hijos y del trabajo doméstico a las mujeres el acceso desigual de varones y mujeres a los recursos productivos y a sus beneficios; las limitaciones a la participación en los procesos de adopción de decisiones y al acceso al poder público en sus diversas expresiones.

Esto conllevará a la situación económica que tendrán durante la vejez, observándose una dependencia económica clara en las mujeres, incrementándose el problema al quedar viudas.

En el mundo, las mujeres de la tercera edad tienden a vivir en pobreza más que los hombres, y el crecimiento de este grupo poblacional con grandes desventajas sociales continúa aumentando de manera importante.

La vulnerabilidad se define como la falta de capacidades de un individuo o un grupo para satisfacer la mayoría de sus necesidades básicas: salud, educación, nutrición y vivienda. Por ejemplo, una viuda mayor de 60 años que sufre una discapacidad y que no tiene una pensión, es vulnerable porque se encuentra con una serie de dificultades para satisfacer los requerimientos mínimos para su vida.

Esta situación se ve constantemente reproducido en la sociedad potosina, los cuales con el paso de tiempo y debido a las cuestiones socioeconómicas son un problema que se incrementa y que en un futuro será una carga para la sociedad de no buscar una solución de manera inmediata que incluya a este sector de la población dentro del sector productivo.


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Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez