Visita a Marruecos del Papa Francisco: tolerancia y política

Publicado el 26 de abril de 2019

Hernán Alejandro Olano García
Profesor titular, Institución Universitaria UNICOC
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Los días 30 y 31 de marzo, el papa Francisco emprendió su viaje internacional número 28, esta vez al Reino de Marruecos, cuya posición privilegiada geoestratégica les permite ser cabeza de dos grandes continentes que se encuentran con la esperanza de un futuro mejor y común, ya que Marruecos y Europa comparten valores comunes y visiones convergentes sobre la mayoría de las cuestiones regionales e internacionales, entre ellos, los mismos principios cardinales de la política exterior como el compromiso y la negociación, así como la convivencia de la religión católica en el mundo musulmán.

El compromiso del Vaticano y Marruecos en cooperarse mutuamente, no se limita únicamente al diálogo político-religioso constante, sino que ambiciona la profundización y el desarrollo de la agenda bilateral en materia de seguridad, de medio ambiente, de comercio, de inversión, de turismo, de educación, de cultura y de deporte, con el fin de acercar la realidad del entorno africano, que aún es muy lejano y periférico para muchos países cercanos, incluso europeos, como la misma España.

Con ocasión del vigésimo aniversario de la entronización de su majestad el rey Mohammed VI en el trono de Marruecos, que se cumple en 2019, bien vale la pena analizar que bajo la dirección de su majestad el rey, durante estos últimos años se han podido superar etapas importantes en materia de democratización y de derechos humanos, así como de desarrollo económico, que han dado un aire fresco al sistema democrático marroquí, bastante restringidas en la época de su fallecido padre, el rey Hassan II.

En los últimos años, la economía de Marruecos se ha caracterizado por una estabilidad macroeconómica, unida a una baja inflación. El crecimiento económico fue dinámico, la economía es sólida, basada en las exportaciones, el auge de las inversiones privadas y el turismo, la actividad manufacturera y los servicios.

Grandes esfuerzos se han desplegado en el sector social marroquí para luchar contra la precariedad, e igualmente se adelantan grandes obras de construcción en los sectores más importantes, razón por la cual Marruecos continúa atrayendo grandes inversiones extranjeras, y con la visita del Papa quiere mostrarse al mundo no sólo para el fomento del sector turístico, que ya es una de sus fuentes de riqueza, sino del energético, pues posee el liderazgo de los países árabes y africanos en el campo de la energía eólica y esto se ajustaría a las políticas de cuidado de la “casa común” desarrolladas por Francisco en amoris laetitia.

Marruecos ha desarrollado a partir de Mohamed VI una relación de mayor densidad con el mundo, cuyo objetivo ha sido el de mejorar su posición relativa en el escenario internacional, superando las limitaciones que le imponen sus entornos regionales inmediatos y logrando crear una plataforma de respaldo en torno al conflicto del Sáhara Occidental, sobre todo a partir del lanzamiento de la propuesta de autonomía para esa región, que con la visita de Francisco buscará publicitarse nuevamente, pues desde 2007 el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas llama regularmente a las partes a ponerle fin al conflicto y progresar en una solución política que podría incluir ahora la mediación del Papa.

El discurso del pontífice podría tomar en consideración las especificidades socioculturales de la región y reafirmar el propósito del reino para poner fin a los sufrimientos de las poblaciones de los campos de Tinduf, permitir la reunificación y la vuelta de las poblaciones de los campos; ofrecer oportunidades para el relanzamiento de la construcción magrebí y prevenir las amenazas y riesgos de inestabilidad en la región sahelo-sahariana.

Juan Pablo II fue el primer pontífice católico en visitar un país árabe, precisamente Marruecos, entrevistándose con el rey Hassan II, quien ostentaba el título de Amir el Muminim (Príncipe de los Creyentes), al igual que ocupaba por entonces la presidencia de la Conferencia Islámica y la presidencia de la Liga Árabe. Igualmente, el Papa polaco les habló a los deportistas árabes acerca de los Valores espirituales para los jóvenes de hoy. De esa visita quedó como mensaje que el diálogo es hoy más necesario que nunca, como testimonio “ante un mundo cada vez más secularizado e incluso ateo”. Han transcurrido casi treinta y cinco años de esa visita, Francisco seguramente repetirá ese mensaje.

El Comité Cristiano Marroquí reconoció los esfuerzos del rey Mohammed VI para fomentar la tolerancia en el país, no obstante que según el arzobispo emérito de Rabat, monseñor Vincent Landel, una cosa es tener un “Islam tolerante”, que no es lo mismo que tener libertad religiosa.

La Constitución Política marroquí de 2011 constituyó un importante paso para consolidar el proceso de democratización de Marruecos y del afianzamiento como Estado de derecho, no obstante que ha sido golpeado por la crisis de la zona euro. Esta Carta consagra los derechos de las minorías y subraya de manera formal la diversidad de su identidad nacional-arabo-islámica, amazish (berber), saharo-hassanía, andaluza y mediterránea.

Con ocasión del vigésimo séptimo viaje del papa Francisco, esta vez al reino de Marruecos, recordamos el viaje que en 1985 realizó a esa nación el Papa Juan Pablo II, quien expresó: “cristianos y musulmanes nos hemos comprendido mal generalmente y, a veces, en el pasado nos hemos opuesto, e incluso agotado, en polémicas y guerras”, antes de hacer un llamamiento a la comprensión y el diálogo y de orar a “Dios nuestro creador”.

Esa necesidad de entendimiento generó que el rey Hassan II, por entonces reinante, decretase una amnistía para 160 prisioneros políticos.

En Marruecos existen dos arquidiócesis católicas regentadas por obispos españoles: la de Rabat, por el salesiano Cristóbal López Romero, y la de Tánger, por Santiago Agrelo Martínez; precisamente en el reino hay cerca de treinta mil católicos, la mayoría extranjeros.

Desde el anterior encuentro pontificio-real de 1985 aún quedan temas pendientes, como el deber de respetar a toda persona, sea “hombre o mujer”, ya que en el Corán no se hace ninguna discriminación a la mujer, muy al contrario, se le respeta mucho y se le tiene mucha consideración. Esta discriminación aparece en las malas interpretaciones que se hacen del Corán y de la religión musulmana, que es uno de los problemas principales de la mala propaganda del Islam. En Casa Blanca, el Papa Woytjla habló de la fe en un único Dios y de los derechos humanos que “tienen en Dios su fundamento”: ante todo, la libertad de conciencia y de religión, “resguardada de las constricciones externas”, porque la libertad es lo que caracteriza “la dignidad del hombre” y, una libertad religiosa, que necesita de una “reciprocidad”.

Para Francisco, el viaje también significa el renacimiento de la iniciativa marroquí para la negociación de un estatuto de autonomía para la región del Sahara, que se encuentra inscrita en una dinámica positiva y constructiva, en el marco de la soberanía del reino y de su unidad nacional, buscando al edificación de una sociedad más democrática y moderna, fundada sobre el Estado de derecho, las libertades individuales y colectivas y el desarrollo económico y social, inspirada en un espíritu de apertura, diálogo y negociación, con miras a una solución política, económica, fiscal, social, cultural y medio ambiental, sobre las cuales Francisco, con su particular estilo, podrá con sutileza sugerir al monarca marroquí que continúe adelantando las acciones pertinentes para que se asegure igualmente la reinserción de los integrantes del Frente Polisario, así como de las personas que viven en la subregión y se han visto desplazadas por el conflicto saharaui. Vale indicar que permanentemente Marruecos ha hecho el llamado a los integrantes del Frente Polisario y a todos los desplazados y afectados por el conflicto para que regresen a la madre patria, Marruecos, en donde se les garantizarán y respetarán todos sus derechos.

Es bien sabido que Marruecos se ha comprometido ante la ONU a negociar, de buena fe, dentro de un espíritu constructivo de apertura y de sinceridad a fin de alcanzar una solución política definitiva y mutuamente aceptable al diferendo regional, lo cual, con la visita del papa Francisco, vuelve a cobrar vigencia, ya que la comunidad internacional tiene reservas acerca del futuro de una unión del Magreb Árabe estable, precisamente por los inconvenientes que se tienen con el país vecino, Argelia, que en alguna publicación internacional fue calificado como “el Venezuela de África”, pues fue allí donde surgió el Frente Polisario bajo la égida del marxismo-leninismo- maoismo, y donde desde los campamentos de Tindouf se impide a los saharauis regresar a Marruecos; hay prácticas de tipo esclavista, acoso sexual, violación de la libertad de expresión, tortura y malos tratos, tal como consta en el informe de 2014 sobre el tema, publicado por Human Rights Watch.

La misión del Papa, como autoridad moral internacional, es la de promover la paz, la seguridad y la estabilidad en el mundo, pero más dentro de un entorno geopolítico como el de África, amenazado muchas veces por la falta de oportunidades para sus jóvenes. Seguramente, en sus discursos, que siempre incluyen citas de los grandes pensadores y escritores de cada país, Francisco no dejará de citar a un místico sufí, murciano de nacimiento, pero musulmán universal, Ibn Arabi, quien dijo: “Dios, el Omnipotente, no está encerrado en ningún credo ni religión, porque donde quiera que os volváis, allí está el rostro de Dios”.

Compartiendo con los árabes —al igual que con los judíos— el monoteísmo, los cristianos en Marruecos, aun siendo minoría, la visita de 1985 nos lleva a recordar apartes del discurso de Juan Pablo II ante Hassan II: “Entre cristianos y musulmanes —dijo, entre otras cosas— generalmente nos hemos entendido mal, y alguna vez, en el pasado, nos hemos enfrentado e incluso nos hemos perdido en polémicas y guerras. Creo que hoy Dios nos invita a cambiar nuestras viejas costumbres. Debemos respetarnos e incluso estimularnos unos a otros en las obras de bien, sobre el camino de Dios”.


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