El presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la exposición mediática de lo judicial
Publicado el 5 de noviembre de 2019
Carlos Martín Gómez Marinero
Licenciado en derecho y maestro en derecho constitucional y administrativo
por la Universidad Veracruzana,
carlosgomezmarinero@gmail.com
@carlos_marinero
El ministro Arturo Zaldívar, desde su llegada a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mostró un fuerte compromiso con la agenda de los derechos humanos. Ese posicionamiento, junto a su interpretación abierta de las instituciones jurídicas, conllevó a que se le identificara como un juez protagónico. Basta con recordar las propuestas de sus proyectos, por ejemplo en el caso de la guardería ABC (facultad de investigación 1/2009) o el caso Florence Cassez (amparo directo en revisión 517/2011), así como su participación en la consolidación de criterios relacionados con el libre desarrollo de la personalidad y la libertad de expresión, tanto en la Primera Sala como en el Pleno de la Suprema Corte de la Nación.
El protagonismo y compromiso mostrados por el ministro, sin embargo, se habían dado —hasta cierto punto— en cauces tradicionales de la expresión de lo judicial, es decir, en los proyectos de resolución y en las deliberaciones de la Suprema Corte de Justicia. Cinco años después de su nombramiento como juez constitucional, en diciembre de 2014, el ministro se unió a Twitter —fue el tercero en contar con una cuenta en esa red social después de José Ramón Cossío Díaz y Margarita Luna Ramos— y con ello incrementó el alcance mediático de su labor jurídica.
En la coyuntura de la renovación del titular del Poder Ejecutivo, Arturo Zaldívar fue elegido —el 2 de enero de 2019— entre sus compañeros como presidente de la Suprema Corte de Justicia y a partir de ahí ha continuado la misma línea discursiva de juez constitucional a la que adicionó una clara autocrítica del Poder que encabeza, destacando la urgencia y necesidad de su transformación.
En la actualidad se ha cuestionado el discurso autocrítico del ministro presidente e incluso se han reprochado algunas de sus expresiones en favor de la legislación que reconoce los precedentes de la Suprema Corte de Justicia (como ocurrió en el tema del matrimonio igualitario en Oaxaca). Recientemente se criticó su asistencia y participación a un programa de televisión (John y Sabina, Canal Once); en esa ocasión se le calificó en redes sociales como ministro influencer, aunque algunos de quienes comparten ese tipo de calificaciones —en cambio— ven con buenos ojos el posicionamiento mediático y activista de la juez de la Suprema Corte de Justicia norteamericana Ruth Bader Ginsburg (indicativo de que el verdadero problema tal vez no radique en ese motivo).
El cuestionamiento que subyace es la coincidencia pública del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia con el discurso del titular del Poder Ejecutivo. ¿Es correcto que el ministro manifieste públicamente esas coincidencias? En la coyuntura política no pareciera idóneo expresarlo si se considera que se han conferido calificaciones inexactas respecto del papel del Poder Judicial, en cuyo caso debería, también, corregir o puntualizar esas percepciones erróneas, lo que no es deseable en un órgano que debe fungir como contrapeso (que no como oposición política) y menos cuando —a diferencia del resto de poderes públicos— en el Judicial sí son palpables las medidas adoptadas para combatir lo que se ha identificado como un problema.
La crítica respecto de la posición mediática del ministro Zaldívar no ha sido del todo clara, pues no define si en realidad se debería optar por un ministro menos participativo, comunicativo o autocrítico, o en qué casos se debe tolerar la coincidencia discursiva entre órganos del Estado.
Además del inconveniente que en sí mismo representa cuestionar la exposición mediática de lo judicial sin ser claros en identificar los problemas subyacentes, es que siguen sin abordarse los temas de fondo, entre otros: 1) cómo abatir la corrupción para que el Poder Judicial de la Federación sea un contrapeso que no se caracterice por su composición endogámica (y, a su vez, ello respete la independencia judicial), y 2) cuál debe ser el alcance mediático de los procesos judiciales, especialmente de la etapa de juicio como ocurre con las sesiones del Pleno de la Suprema Corte (aspecto que sin duda puede generar indebidos protagonismos judiciales). A partir de ahí, entonces sí, se atenderían algunas causas problemáticas cuyos efectos hoy en día se discuten.
Formación electrónica: Yuri López Bustillos, BJV
Incorporación a la plataforma OJS, Revistas del IIJ: Ilayali G. Labrada Gutiérrez