STC Metro: Precio del boleto a debate*

Publicado el 18 de octubre de 2013

Ernesto Villanueva
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM
@evillanuevamx
Evillanueva99@yahoo.com
www.ernstovillanueva.blogspot.com

En estos días el ex secretario de seguridad y ahora director del STC Metro, Joel Ortega, cabildea que se aumente el precio del boleto en perjuicio del ciudadano bajo el sofisma de que es para “mejorar el servicio”. Se trata en realidad de una estrategia para afectar a los que menos tienen en beneficio probable de los bolsillos de los gobernantes de la ciudad de México. Veamos por qué.

Primero. De manera sesgada Joel Ortega brinda información a la sociedad a través de los medios de que el precio del boleto del Metro de la Ciudad de México es muy barato, razón por la cual no se puede dar el servicio ideal. Esto es una abierta falsedad en razón de los siguientes elementos: 1. El costo del servicio del Metro se paga a su precio real, pero tiene dos vías de ingreso: a) El ingreso proveniente del presupuesto de egresos; es decir, de los impuestos directos e indirectos de los ciudadanos que pagan el servicio donde los que más tienen subsidian en parte a los más desfavorecidos bajo la lógica de que el Metro cumple un servicio público de la mayor importancia para la capital del país: medio de transporte e instrumento para la estabilidad de la economía, la administración pública y la seguridad de la ciudad de México; y b) El ingreso proveniente del precio del boleto que es complementario al costo real del servicio. Aumentar el precio del boleto no sólo es ajeno a una Estado democrático y social que tanto pregona el PRD sino un atentado contra el funcionamiento de la ciudad para empobrecer a los más pobres y, paradójicamente, subsidiar a los más ricos.

Segundo. El director del STC Metro, Joel Ortega,  explica como justificación del aumento del precio del boleto del Metro los precios del boletos en las principales ciudades del mundo con datos parciales donde mezcla verdades a medias. Efectivamente el precio del boleto en la mayor parte de las ciudades del primer mundo es mucho mayor al de 3 pesos que tiene en la ciudad de México. De manera muy conveniente Ortega omite datos fundamentales para hacer un análisis completo: el salario mínimo en la Ciudad de México es de 64. 76 pesos diarios. En Nueva York, en cambio, es de 841 pesos diarios. El precio del boleto en el Metro de Nueva York es de 33 pesos. Si se compara el salario mínimo diario en Nueva York que es 13 veces mayor al del DF, y que el costo del boleto en Nueva York es 11 veces mayor que el de la capital del país, la lógica aconseja que debe bajar el precio en el DF al menos a 2.5 pesos para tener una analogía. Y debe quedar claro que en Nueva York el costo de Metro no está subsidiado ¿Por qué entonces aquí cuesta en términos comparativos más el Metro que en Nueva York? La respuesta es muy sencilla por la gran corrupción con impunidad que hay aquí y que de haberla en Nueva York no se tolera y se sanciona. Y más o menos con algunas diferencias pasa lo mismo en las capitales más importantes del mundo, donde, por ejemplo, en Londres el precio del boleto tiene descuentos según se trate de hora pico o de horas con menor afluencia.

Tercero.  En el STC Metro no existen pesos y contrapesos para combatir la corrupción o al menos minimizarla, de tal suerte que aunque subiera el precio del boleto nada asegura que puede haber un mejor servicio porque su diseño institucional está hecho para optimizar la corrupción. Sería sólo un acto de fe, que no se puede aplicar a quien administra los recursos del pueblo. La corrupción está a flor de piel como lo he denunciado en estas páginas. Adicionalmente, habría que decir también que, por ejemplo, el servicio de comedores cuya “licitación” fue ganada ¿casualmente? por la misma empresa que daba servicios a la Secretaría de Seguridad Pública en tiempos de Joel Ortega no sólo ofrece un pésimo servicio a los trabajadores según ellos mismos me lo afirman, sino que genera disuasivos para que el trabajador pueda utilizar el subsidio que tiene como parte de su contrato colectivo de trabajo para comer donde quiera. Si desea comer en los comedores de la empresa que contrató Ortega el subsidio es de 35 pesos, pero si renuncia a comer en esos comedores el subsidio es de 5 pesos. Otra prueba de la corrupción y de la colusión de la contraloría interna que es parte del círculo de complicidad es la que viven los trabajadores Marco Velázquez Flores, Sinohe de la Paz Chacón, Jaime Ramírez Guerrero e Ismael Palmieri Huerta quienes viven un infierno por denunciar ante el contralor interno, Jorge augusto Ibarra Kadoche que sus jefes inmediatos “dormían” en sus horas de trabajo. Esa denuncia que debió ser investigada por la autoridad competente, fue puesta , en la lógica del absurdo, en conocimiento de los denunciados por la propia contraloría y de ahí empezó un acoso permanente hasta llegar a “retenciones salariales” para enviar un mensaje a los demás que las denuncias sobre la violación de la ley no serán toleradas, según consta en el oficio número CES XI/044/13 enviado por el secretario general de la sección XI del Sindicato titular del Contrato Colectivo de Trabajo al contralor interno sin que pase nada. De la misma manera, no bien acaba de ser concluida la línea 12 del Metro ya están haciendo “renivelaciones” en varios tramos para evitar descarrilamientos de los trenes por los hundimientos que se registran en varios terrenos donde pasa la mencionada línea con un alto costo para la sociedad sin que obviamente nadie se entere. Insisto: se debe crear un panel independiente de expertos que haga una minuciosa auditoría técnica de lo que sucede en el STC Metro. Si no se hace nada, bajo ningún motivo debe permitirse que suba el precio del boleto porque no se requiere en lo absoluto. Por el contrario hay que buscar que baje el precio y se hagan los ajustes donde se debe: en la corrupción que correo de la cúspide a la base el STC Metro. Ese es el problema de fondo, no ocurrencias de cómo afectar más al más modesto.

NOTAS:
* Se reproduce con autorización del autor, publicado en Proceso, el 12 octubre de 2013